CAMINANDO EN EL MAR

Caminar a la orilla del mar tomado de la mano de aquellos a quienes he amado, la lista corta sería pero son personas que su peso en oro valdrían. Soy un hombre solitario y calmado pero cuando abro mi corazón amo con una furia incandescente, con fuego desenfrenado y ese amor se convierte en una llama eterna que ilumina mi paso a paso.

Mientras las olas golpean mis piernas y la brisa de la playa acaricia mi rostro sigo andando y recordando a mi amada familia, a mis fieles amigos y las mujeres con las que he compartido momentos íntimos, un lecho tibio, una copa de vino o un beso suave que guarda instantes inolvidables. Sin duda quise amar a cada ser que ahora pedo recordar, inevitablemente les ame tanto como para llevar en mi mente un pedacito de su ser.

Sentado en la arena cierro los ojos, mi corazón entra en sintonia con la apaciguante danza que tiene el agua, me siento vivo y lleno de energía, mi cuerpo cae en la playa y permito que la fuerza de la naturaleza me invada, me siento en paz, aprendí a amar sin amarrar, decidí soltar cuando era necesario para respirar, me desapego del deseo y la necesidad porque el amor es libertad y siempre debe volar porque si no vuela, a nadie mas puede llegar y si permitimos que por temor al dolor termine siendo enjaulado el amor entonces la vida sentido no tendrá y empezaremos a olvidar porque el rencor tinieblas de amnesia traerá, ya no habrá mas brisa de mar y en la tranquila y armoniosa playa de nuestras memorias ya no podremos caminar.