DESEO
- Andres Rojas Rueda
- 1 dic 2018
- 3 Min. de lectura
Amada mía el día de hoy debo confesar que deseo de apasionada locura desbordante es lo que mi mente grita mientras mis manos mueren por toda la ropa arrancarte, mirarte fijamente a los ojos y que en los míos veas como arde el fuego de la lujuria y las ganas de devorarte de una manera salvaje en la que tus uñas dejen marcas sobre mí carne, donde nuestro sudor se entremezcle gota a gota y que nuestros sexos humeantes y desbordados no paren de chocar y de sonar como cuando saltas en un charco para hacerlo chapotear.
Deseo ser presa del canibalismo violento al que mis labios se pueden ver expuestos ante tus arrebatados instintos en los que quieres convertirte en mi poseedora absoluta dejando todo tipo de huellas en mi piel que arde ante este deleitante encuentro con tus hipnotizantes curvas, con tus suculentos y saboréables senos, con tus carnosos glúteos que para mí son perfectos, con tus apasionados labios que recorren entero mi cuerpo y con tu delicado sexo al que quiero acercarme con el más caluroso de los besos en el que quiero y pretendo hacerte perder por completo el conocimiento al sumergirte en el éxtasis de un placer tan profundo que sentirás como que vuelves a nacer. Quiero ver tus piernas temblar como en una catástrofe natural mientras tus uñas se convierten en las garras de una fiera descarriada y arrancan las sábanas como si fuesen el pelaje aún caliente de la presa y continuar moviendo mi lengua hasta ver que tus ojos se tornen blancos como el papel y en un eufórico gemido lleno de placer supliques que mi sexo palpitante y endurecido llene lo más profundo de tu ser.
Deseo amarte de tal manera que olvides a todos tus anteriores amantes porque aunque placenteros, ninguno podría llegar a erizar cada fibra de ti desde tu piel hasta lo más profundo de tus huesos y aún cuando no fuera el último me encargaré de convertirme en aquel inolvidable que soñaras con volver a tener en las noches frías donde mi recuerdo te llevará a tocarte imaginando como una vez más entre mis manos ardes.
Deseo dominarte y por ti ser dominado, que la sumisión y el poder no tengan dueño y más bien sean un vaivén controlado por el fulgor del deseo desencadenado por dos cuerpos destinados a entrelazarse de tal manera que no sepan dónde inicia uno y el otro acabe. Caer de rodillas frente a tu trasero y mi lengua pasarle hasta el lugar donde toda mujer llega a sentirse estremecer y en cientos de movimientos rítmicos y constantes conseguir que ese orgasmo que tenías reprimido estalle para luego abusar de la inevitable sensibilidad de tu cuerpo enloquecido en placer y humedecido en los jugos de tu llegada plena. Mi sexo estará presto para abordarte y mientras tu cabellera enredo entre mis brazos, sentirás dentro de ti el calor de mi miembro viril que se moverá sin tregua hasta que finalmente nos encontremos saciados y sudados, con nuestros pulsos tan acelerados como para tener un infarto y nuestras almas tan libres como el mismo aire que a nuestro alrededor aún arde incandescente y vivas.
Deseo finalmente, después de haber desnudado mucho más que tu piel, cuando te sientas débil y vulnerable por haber entregado todo en esos instantes de incandescente pasión, poder abrazarte fuerte junto a mi pecho para que recuperes la seguridad que te arrebate y sientas en el latir de mi corazón que fuimos dos quienes lo entregamos todo en un momento de apasionada locura que nos hizo uno y dejó nuestros más bajos instintos al descubierto para gozar de la dicha de la intimidad que tan solo en un suspiro siempre podremos recordar.

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