OSCURIDAD

Lo sé, es el camino de las tinieblas, tan duro y tenebroso que nadie debería elegirlo jamás pues quienes lo transitan conocen la agonía eterna de recorrer el infierno en vida, la soledad se convierte en su única compañera y poco a poco sus almas comienzan a arder con el dolor de su carne putrefacta deshaciéndose en la inmundicia de sus propios y retorcidos vicios insanos.

Si, lo sé, soy consciente de ello y aún así no quiero dar marcha atrás, caminaré con paso firme hacia el abismo y cuando llegue a su filo seguiré caminando al vacío y en esa caída libre justo antes de que las puertas del infierno sean abiertas para mí y el fuego eterno de la agonía me abrace con su ardiente manto, encontraré la iluminación, si es preciso sacrificar mi alma y esta vida efímera que la acompaña por llegar a ese soñado nirvana en el que la única realidad importante y valiosa sea la que el eufórico éxtasis de un cerebro funcionando al máximo de su capacidad me quiera enseñar, entonces lo haré sin dudar porque ese micro instante de verdadera conexión con el principio de todo será suficiente recompensa y aún cuando lo que venga luego sea el mismísimo averno, habrá valido la pena una eternidad de desolada y agobiante penumbra que termina siendo un costo mínimo en comparación con el dulce sabor que tuvo ese minúsculo instante de verdadera paz, de sincera felicidad y de renovadora tranquilidad.

Lo sé, es una locura, continuar de esta manera carece de todo sentido de raciocinio y lógica, pero también un día transite por el camino de la luz y en ese camino encontré las más peligrosas y auto destructivas armas que pueden existir, esas que llaman amor y esperanza, son tan mordaces que te seducen lenta y sigilosamente, sin siquiera notarlo les entregas tu cuerpo, tu corazón y tu mente y juegan con ellos hasta secarlos casi totalmente para una vez drenados, arrojarlos a los brazos de la triste y abrumante soledad. Elijo la oscuridad que se muestra sincera, que se plasma macabra y destructiva, que ofrece una total y satisfactoria armonía con el ser, con el inicio, con la raíz de la existencia misma a cambio de tu vida, antes que elegir la luz farsante y mentirosa que te promete eternas alegrías aún sabiendo que la más hermosa de las rosas es la que más llena está de espinas. Ambos bandos tienen el mismo final, la diferencia es que la luz está llena de tretas para hacerte pensar que la felicidad es eterna y de este modo poder saborear tu agonía de la manera más suculenta y exquisita que puede existir, mientras que la oscuridad revela su verdad desde el principio y a cambio de esa verdad te permitirá vivir de manera más intensa y fugaz.

Lo sé, lo entendí hace mucho, casi desde que era un infante logré ver aquella verdad. Las personas aman las dulces mentiras aunque al final les dejen pesadez y amargura y aborrecen las crudas verdades porque quedarían absortas y no sabrían que hacer entre tan liberadora paz que trae consigo el momento póstumo al latigazo de la verdad. Todos tenemos impreso en nuestro ADN un código de oscuridad y solo tenemos dos caminos, o nos entregamos a él o vivimos una fatídica vida sin atrevernos a saber quién somos en realidad pues caminar por el camino iluminado es para cualquiera que no quiera más que ser un pelmazo manejado por una sociedad que determina como es correcto pensar, actuar y comportarse, pero aventurarse por el sendero oscuro es algo que solo un valiente arriesgado y loco se atrevería a realizar. La oscuridad no es para cualquiera, se requiere de cierta fuerza para renacer aún después de arder por una eternidad y solo quien cuenta con esa fuerza encontrara un nuevo comienzo después de haberse deleitado con las mieles de su propia realidad.